Páginas

El regalo más grande


Es increíble... eres increíble. Y es que a pesar de todos los obstáculos que nos ha deparado el destino, seguimos aquí, compartiendo la misma anémona, el mismo océano... el mismo corazón.
 A pesar de los maremotos, las tormentas y los cebos con los que esos astutos pescadores del destino han intentado pescarnos, seguimos juntos, escama junto a escama, nadando como aquel primer veintiocho. Y sí, la verdad es que nos ha costado atravesar esa enorme cantidad de corrientes marinas, pero si hemos sido capaz de superarlas hasta ahora, podremos llegar hasta el final. Si hemos llegado hasta aquí, -a más de una milla de distancia-, podremos continuar y demostrarle al mar que no hay ni olas, ni torbellinos, ni nudos de viento que puedan con nosotros.
¿Sabes? Cada aleteo a tu lado ha sido una experiencia mágica que ningún otro salmón, atún o carpa ha podido igualar. Pues tu eres el único lebrancho - y por cierto, mi favorito-  que ha conseguido comprenderme, escucharme, soportarme y saber qué es lo que más necesito. Tu has sido capaz de vencer mis mayores miedos y de hacer que se esfumen las aguas torrenciales de mi pasado. Tu, conviertes tempestades en riachuelos, me aportas cada bocanada de aire que necesito para continuar, y haces que de lo mejor de mi. Tu haces que llore riendo y que ría llorando, y además a la perfección, pues conoces de sobra el número exacto de burbujas que expulso por cada carcajada que emito.
Vuelvo y repito que eres increíble, y que no me arrepiento de bucear cada día que pasa a tu lado. Pues cada vez descubro algo nuevo de ti... Un día dijimos que viviríamos anclados el uno con el otro pase lo que pase, que esa especie de soga que nos une se encuentra atada con uno de los nudos marineros más resistentes del mundo y que seriamos tan persistentes como sal hay en el mar.
 Sí, tu me has enseñado millones y millones de cosas en esta travesía, pero si hay algo que me ha quedado clarísimo, es que todos y cada uno de los granitos de arena que se encuentran en el fondo, equivalen a lo enorme que es tu corazón.
Gracias por ser MI lebrancho, por ser mi pez a seguir, por ser el mejor de los mejores. Gracias por cuidarme siempre -a pesar de que ese siempre sea un poco ahogante en ocasiones-
Gracias por el simple hecho de ser especial y por haberme elegido a mi, para ser la afortunada de dicha virtud. Recuerda que los pequeños detalles son los que verdaderamente importan, y que nunca nunca nunca (aunque parezca que estemos a punto de hundirnos hasta lo mas profundo) debemos darnos por vencidos.
Para mi eres y serás el más valioso de todos los obsequios.... más incluso que el Titanic para Jake y Rose, el tridente para Tritón y que La Perla Negra para Jack Sparrow.
Eres sin duda alguna, el regalo más grande que tengo pezqueñín.
Te amo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario